LA VOCACION RELIGIOSA NACE EN LA FAMILIA
Muchos son los ejemplos que pudiera brindarles sobre una familia que haya conducido a sus hijos al discernimiento de su verdadera vocación. Entre los más conocidos está la mismísima familia de Nazareth, o pienso también, en la familia de Agustín de Hipona, aunque solo haya influido su madre Santa Mónica. Sin embargo, quisiera ahora presentarle a una santa especial: Santa Teresita del niño Jesús, cuyos padres son santos: Luis Martin y Acelia María Guerin.
Teresa era la última de cinco hermanas había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido. Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».
Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.
Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Entró al Carmelo y luego de una grave enfermedad murió a los 23 años. Una joven que mantenía correspondencia con misioneros y se encargaba de orar por ellos, y por tal razón es junto a San Francisco Javier, la patrona de las misiones. Un verdadero ejemplo, que los padres influyen tanto en la vida de los jóvenes, y más aún en la vida cristiana.