MENSAJE EN LA JORNADA MUNDIAL POR LAS VOCACIONES. (PRIMERA PARTE)
Cuatro cosas para recordar de este mensaje:
ü El icono el Buen Pastor
ü
Hay
gran necesidad de orar por las vocaciones
ü
Es
el Espíritu Santo quien introduce al consagrado en el dinamismo misionero de la
Iglesia.
ü
La
experiencia de la vocación es la experiencia del éxodo, pasar del hombre viejo
al hombre nuevo
Queridos
hermanos y hermanas:
El cuarto Domingo de Pascua nos presenta el icono del Buen Pastor que
conoce a sus ovejas, las llama por su nombre, las alimenta y las guía. Hace más
de 50 años que en este domingo celebramos la Jornada Mundial de Oración por las
Vocaciones. Esta Jornada nos recuerda la importancia de rezar para que, como
dijo Jesús a sus discípulos, ''el dueño de la mies… mande obreros a su mies''.
Jesús nos dio este mandamiento en el contexto de un envío misionero: además de
los doce apóstoles, llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos
en dos para la misión. Efectivamente, si la Iglesia ''es misionera por su
naturaleza'', la vocación cristiana nace necesariamente dentro de una
experiencia de misión. Así, escuchar y
seguir la voz de Cristo Buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y
consagrando a él la propia vida, significa aceptar que el Espíritu Santo nos introduzca en este
dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa
de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios.
La actitud misionera es posible sólo si
salimos de nosotros mismos. Entregar la propia vida en esta actitud
misionera sólo será posible si somos capaces de salir de nosotros mismos. Por
eso, en esta 52 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera
reflexionar precisamente sobre ese particular ''éxodo'' que es la vocación o,
mejor aún, nuestra respuesta a la vocación que Dios nos da. Cuando oímos la
palabra ''éxodo'', nos viene a la mente inmediatamente el comienzo de la
maravillosa historia de amor de Dios con el pueblo de sus hijos, una historia
que pasa por los días dramáticos de la esclavitud en Egipto, la llamada de
Moisés, la liberación y el camino hacia la tierra prometida.
El libro del
Éxodo. el segundo libro de la Biblia, que narra esta historia, representa una
parábola de toda la historia de la salvación, y también de la dinámica
fundamental de la fe cristiana. De hecho, pasar de la esclavitud del hombre
viejo a la vida nueva en Cristo es la obra redentora que se realiza en nosotros
mediante la fe. Este paso es un verdadero y real ''éxodo'', es el camino del
alma cristiana y de toda la Iglesia, la orientación decisiva de la existencia
hacia el Padre.