Hna. Ma. Soledad Lucía del Corazón Inmaculado
María Soledad Orozco Juárez
1. Nací en México, D.F. el
5 de noviembre de 1934, en la Colonia Anáhuac, antes “Santa Julia”, muy cerca
de Lago Texcoco donde vivieron nuestras Madres Fundadoras. Doy gracias a nuestro
Padre Dios y a Ellas porque considero que mi vocación es fruto de sus oraciones
y vida ejemplar.
Mis padres fueron el Sr. Vicente Orozco
Amescua, originario de México, D.F. y la Sra. Raquel Juárez González, nacida en
Acolman, Estado de México; que en Dios gocen. A la mayor brevedad
posible, me bautizaron.
Como
a los seis o siete años de edad, me llevaron a vivir a Acolman, lugar de origen
de mi mamá. Allí crecí y viví hasta que ingresé a la congregación.
2. REALIDAD FAMILIAR: Dios,
nuestro Señor, me concedió la gracia de nacer en una familia cristiana donde
aprendí el amor a ÉL y al prójimo en la práctica, particularmente de mi abuelita
materna, Inés, pues era sumamente caritativa.
Como
no había sacerdote en el pueblo, mi abuelita cuidaba de mantener algunas buenas
costumbres de devoción, como ofrecimiento de flores -que de niña disfruté mucho-,
los meses de mayo y junio en honor de nuestra Madre Santísima y al Sagrado
Corazón de Jesús. También cuidaba de la limpieza de los altares y floreros; en
esta tarea se hacía ayudar de mí.
Esta
abuelita mía fue una mujer muy orante; con frecuencia y en silencio, gustaba de estar ante el Santísimo
Sacramento.
La
formación cultural familiar en general fue elemental; mi abuelita no sabía
leer, pero todos los demás sí. Nuestra situación económica estuvo marcada por
la pobreza, aunque no miseria, pues siempre hubo para compartir con las
personas necesitadas que acudían a solicitar ayuda.
3. En 1950, cuando yo tenía 16 años de edad, se erigió la parroquia
de San Agustín Acolman. El P. Antonio Arreola fue nombrado párroco. Este sacerdote
tiene dos hermanas en nuestra congregación: Áurea de Santa Teresita, Arreola Arellano y Carmen Adriana de la Virgen
del Carmen, Arreola Arellano.
El P.
Antonio venía de la colonia Industrial, México, D.F., donde fue vicario, encargado
de la Acción Católica. Como era muy activo, inmediatamente nos puso a trabajar.
Fundó la Acción Católica de adultos y jóvenes. Invitó a las señoritas de la A. C.
J. M. de dicha colonia para que nos dieran clases de costura, bordado, cocina y
formación familiar. Él nos daba clases de moral.
A
algunas jóvenes nos puso a dar catecismo y a juntar niños todos los días para
llevarlos a misa temprano. Así que nos hicimos de comunión diaria. Además nos
ensayó y presentamos algunas obras de teatro como “CRISTO VENCE” y otras.
4. Por este tiempo tuve la dicha de conocer a nuestra congregación,
por medio del papá de nuestro párroco, Don Juan Arriola; quien me invitó a la Toma
de Hábito de su hija, Carmen Adriana, sobrina de la M. Bernardita de la Inmaculada, Arellano Soto. La ceremonia de la Toma
de Hábito me emocionó tanto que me la pasé llorando.
El
señor Juanito, ya mencionado arriba, que posiblemente me estuvo observando,
pues ya me había dicho una vez que yo iba a ser monjita, al salir de la
ceremonia, se me acercó y me preguntó: “¿Te
quieres quedar?”. Le dije que no pues, aún no tenía claro si Dios me llamaba a
la vida consagrada. Pero en adelante ya no se me olvidó la experiencia vivida.
5. Recuerdo
que en mi adolescencia, al ver una película de la Pasión del Señor Jesús, quedé
impactada de su fuerte personalidad y misión. Pero ahí quedó todo, porque aún
no conocía la vida religiosa. No había promoción espiritual en mi pueblo. Este
acercamiento a la congregación fue el otro medio que me ayudó a descubrir mi
vocación.
Ahora entiendo que nuestra Madre Santísima me
llamaba al Carmelo, pues cuando conocí su bendito Hábito, me gustó tanto que lo
vestí seis meses, sin antes haberla conocido bajo esta advocación.
6. El
señor Juanito y otras personas me acompañaron a mi primera entrevista con la M.
Piedad, en el Sanatorio “Piazza”. Después de un año de discernimiento, ingresé a la congregación, los primeros
días de mayo de 1953. Me recibió la M. Piedad de Cristo Rey, Pérez Cardiel,
entonces Superiora General (q. e. p. d.).
Hice
mi postulantado en Acuitzio del Canje,
Michoacán, siendo superiora local la M. Albertina del Sagrado corazón, Rangel Franco, quién se encargó de
probar mi vocación.
La
devoción a nuestra Madre Santísima, la espiritualidad de Santa Teresita del
Niño Jesús y la devoción a nuestro Padre Señor San José fueron mi apoyo y mi
fortaleza durante este tiempo, en las pruebas del postulantado.
Este
tiempo de formación inicial duró un año siete meses, porque nunca supe que
debía solicitar por escrito mi admisión al noviciado. Hasta que la M. Trinidad de San José, Sánchez Rivas, Consejera General – que en paz descanse
- pidió a la M. Albertina que me llevara al noviciado, pues otro grupo ya iba a
entrar a Ejercicios Espirituales, para un nuevo ingreso.
7. En Diciembre de 1954,
AÑO MARIANO, pasé el noviciado. La M. Bernardita fue mi maestra de novicias y submaestras, las Madres Teresa Margarita del Niño Jesús Sánchez Arreola; Luz Teresa de Jesús,
Arellano Martínez y Oralia Aragón A.
Hice
mi primera profesión el 8 de diciembre
de 1956. En ese tiempo había un promedio de 125 Novicias. Mis compañeras de
profesión son: Ma. Auxilio del Monte
Carmelo, Palomino Galán, (que de Dios goce); Lourdes Graciela de María, Sánchez Ávila y Aurora Elena de la Cruz. García
Anaya.
Anexo
una copia de la carta que envié a mi párroco (mencionado al principio) para
invitarlo a mi profesión religiosa; en ella se puede apreciar ya mi deseo de
configuración con Cristo.
Transcripción
de esta carta:
“J. M. J. T. Sto. Noviciado, Noviembre 20 de
1956.
Pbro.
Antonio Arriola:
Que
la Reina Inmaculada lo proteja siempre.
Amado
padre en el Corazón de Cristo: tengo el gusto de dirigirme a Ud. con el fin de
saludarlo, deseándole paz y felicidad en Cristo.
Tal
vez le extrañe que le escriba pues durante mi Noviciado nunca lo hice, pero el
cariño y gratitud para quien hizo tanto bien a mi alma (en Jesucristo Ntro.
Sr.) aumenta cada día, por lo que he sentido el deseo de ser generosa
sacrificando el deseo de escribirle para que el Sr. lo colme de bendiciones y
de gracias para que su apostolado sea más fecundo.
El
tiempo ha pasado, por lo que hoy tengo sumo placer en hacer a Ud. partícipe de
mi incomparable dicha, al comunicarle que por la misericordia de Dios y la
caridad de las Madres, he sido admitida a la profesión Religiosa. Ya que un Padre
siempre llora, sufre, ríe y goza con su hijo, estoy segura que compartirá mi
felicidad, porque aunque inmerecidamente, lo se: soy uno de los frutos de sus
sufrimientos y ¿por qué no decirlo? de las lágrimas de su corazón celoso de la
gloria de Dios. Hoy más que nunca comprendo el Espíritu que lo anima, y su gran
deseo de salvar las almas, aunque para ello tenga que morir a sí mismo pues no
olvida que -si el grano de trigo cayendo en la tierra no muere-, quedará él
solo; pero si muere dará mucho fruto. No hay duda que para hacer bien a las
almas hay que sufrir por ellas, hay que amarlas como Jesús y como él, clavarse
en la cruz por ellas.
Adelante,
padre Toño, que le espera una corona en el cielo; se que no es sólo esto lo que
lo mueve a obrar el bien, sino la gloria de Dios, pero Ntro. buen Dios no se
queda con nada.
En
cuanto a mi, deseo con ansias que se llegue el feliz momento en que, aunque
indigna, por la profesión Religiosa quedaré convertida no sólo en víctima sino
en sacerote y altar, donde me inmolaré yo misma a cada instante para la gloria
de Dios y la salvación de las almas. Más para que la víctima sea agradable a
Dios debe ser pura. “Escogerán un cordero sin mancha...dijo el Sr. a Moisés”.
He ahí
uno de mis principales campos de combate, que consiste en conservarme pura y
conservar en mi alma la gracia Santificante a cualquier precio. Mi debilidad es
mucha y mis defectos no son menores, más no soy yo sino Dios quien trabaja en
mí.
Me
encomiendo mucho a sus oraciones para corresponder con fidelidad a la gracia. Dios
mediante el 26 de este, entraremos a ejercicios; no se olvide de pedir especialmente
en estos días para que conozca con claridad el camino por el cual Dios me
quiere llevar.
Y
pasando a otra cosa me permito pedir a Ud. una gracia, que se digne aceptar
acompañarme como padrino de profesión Religiosa; se que no merezco tal gracia
pero confío en la misericordia de Dios y la bondad de Ud. que me lo concederá;
me sentiré altamente honrada con su presencia y son tantos los deseos de verlo
que sólo de pensar que no venga siento un profundo dolor porque pienso que tal
vez no lo vuelva a ver nunca; pero si Dios me pide este sacrificio trataré de
aceptarlo con la sonrisa en los labios, animada con el pensamiento de que lo
veré en el cielo.
Padre,
como Ud. y mi Madre Maestra yo también he sentido el deseo de ser misionera;
pero como no se hablar no me es posible trabajar en pleno campo de misión; por
eso me quedo en la retaguardia; así que mientras Ud. trabaja, yo estaré como
lámpara a los pies de Jesús, pidiendo por la fecundidad de su Apostolado.
Padre
Toño, sembremos y dejemos al Sr. que recoja la mies.
Su hija que le pide la bendiga.
Firma: Hna. Lucía del
C. Inmaculado, C. T. D.”
Desafortunadamente
mi proceso ha sido lento por mi falta de correspondencia a la gracia, pero el
Señor no deja de motivar e impulsar cotidianamente mi proceso llevando el hilo
conductor de mi vida a la meta que es Él.
8. El 8 de diciembre de 1961
hice mis Votos Perpetuos en Perú Illinois U.S.A. en
manos de la M. Clotilde quien era mi superiora -que en paz descanse-.
El 18 de diciembre de 1981 celebré mis “Bodas
de Plata” en México, D.F., colaborando como profesora en el colegio “Rafael
Rossi”.
9. La
iluminación del Espíritu Santo y la formación que me ha dado la congregación,
han ido abriendo en mí horizontes nuevos para realizar las responsabilidades
que me han sido encomendadas.
El
estar con Jesús, en contacto con su Cuerpo y con su Sangre en la Eucaristía, en
la oración y en la vida de comunidad, me han ido enseñando a escuchar y
reconocer la voz de Dios que me ha ido liberando de mis esclavitudes al
degustar la ternura de su amor.
El
camino que he recorrido hasta aquí ha transcurrido entre luces y sombras en fe activa y creativa -según mis
posibilidades- en actitud orante,
para poder ser fiel al amor de Dios, especialmente en los momentos de
purificación y pruebas necesarias para madurar y crecer en medio del dolor y
gozo Pascual, tratando de descubrir la voluntad de Dios, y en un esfuerzo
cotidiano para poner en práctica lo que voy entendiendo es voluntad de Dios; uniendo la fe con la vida.
10. Mi
amor a Dios TRINIDAD ha sido gradual.
La
persona de Jesús me llevó al amor filial
y confiado con el Padre y el amor de los dos me ha ayudado a descubrir y
amar intensamente al Espíritu Santo.
Actualmente
mi relación de amistad con Dios Trinidad en la oración es de amor, confianza y
compromiso. Siento que el amor de Dios me desborda y me pregunto: ¿Cómo
corresponder al amor de Dios que me ha dado tanto?
Quisiera
hacer muchas cosas. Pero, ¡ay! ¡Puedo hacer tan poco! No obstante experimento
en mí una enorme necesidad de colaborar para que Dios sea conocido y amado como
ÉL merece ser amado. Además, también el clamor del pueblo llega muy fuerte a mi
corazón, especialmente el dolor de los que más sufren en todos los aspectos,
los pobres.
ORACIÓN:
SEÑOR, Dios mío, al recordar la invitación que
me hiciste para vivir más cerca de ti y tomar mayor conciencia
de lo que significa esta bella deferencia de tu infinita misericordia, de lo
profundo de mi ser brota un gran deseo de amarte más cada día y con humildad
decirte sencillamente: ¡GRACIAS!
Con la ayuda de tu gracia
renuevo mi promesa de seguirte de cerca para que se realice el proyecto de amor
que tienes para mí, colaborando para que tu Reino se haga presente en toda la
humanidad.
Señora y Madre mía, en tu advocación del Carmen,
gracias por haberme traído a tu casa y por ir labrando en mi la imagen de tu
Hijo amado.
Gracias,
también a ti, Padre, Señor San José, por tu poderosa protección e intercesión.
Gracias,
Madres Fundadoras, por su sí al
llamado recibido de Dios para que nuestra amada congregación pudiera ser
posible. Imploro su valiosa intercesión para que seamos fieles instrumentos del
amor de Dios a nuestros hermanos y hermanas AMEN.