Lc 4,16-19
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
Medita!
La Palabra de Dios nos recuerda que nuestra vida, desde lo cotidiano, es decir, desde nuestro Nazareth, es parte de la historia de salvación que Dios inició desde siempre. Sí, ahí, en ese libro, donde Dios nos narra nuestra propia historia, está también escrita la nuestra, y ahí, como Jesús, encontramos también una misión especial y única.
Medita!
Y de alguna manera es El, el que nos busca, nos escoge, y nos consagra, ya desde el seno materno. La inquietud vocacional viene sólo a dar crédito de lo que Dios ya está haciendo en nosotros desde siempre.
El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
y proclamar un año de gracia del Señor.
Medita!
Porque en cada generación El sigue necesitando hombres y mujeres que, como instrumentos le ayuden en su proyecto salvador, con los pobres, los ciegos, los cautivos y los oprimidos de hoy, porque hoy como nunca se necesita dar esperanza, y en medio de las noticias de muerte de nuestro mundo, se necesita la noticia que da vida, la que es capaz de proclamar la alegría, y la esperanza de la presencia del Señor en medio de su pueblo que sufre.
Porque en cada generación El sigue necesitando hombres y mujeres que, como instrumentos le ayuden en su proyecto salvador, con los pobres, los ciegos, los cautivos y los oprimidos de hoy, porque hoy como nunca se necesita dar esperanza, y en medio de las noticias de muerte de nuestro mundo, se necesita la noticia que da vida, la que es capaz de proclamar la alegría, y la esperanza de la presencia del Señor en medio de su pueblo que sufre.