4
cosas para recordar
1.-
Lo propio del amor es salir de uno mismo, de ahí que el papa hable de una Iglesia
en salida, de ahi que, la vocación no
es para beneficio personal, sino que su éxodo implica la acción misionera y
evangelizadora de la Iglesia.
2.-
Escuchar la llamada de Dios no es cuestión privada o intimista, sino
compromiso por la construcción del Reino.
3.-
La vocación radica en la contemplación del corazón del Padre, que te abre a los
hermanos, especialmente los más pobres.
4.-
La dinámica del éxodo, hacia Dios y hacia el hombre, llena la vida de alegría y de
sentido, pues el Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace
más bella nuestra vida.
Esta
dinámica del éxodo no se refiere sólo a la llamada personal, sino a la acción
misionera y evangelizadora de toda la Iglesia. La Iglesia es verdaderamente
fiel a su Maestro en la medida en que es una Iglesia ''en salida'', no
preocupada por ella misma, por sus estructuras y sus conquistas, sino más bien
capaz de ir, de ponerse en movimiento, de encontrar a los hijos de Dios en su
situación real y de compadecer sus heridas. Dios sale de sí mismo en una
dinámica trinitaria de amor, escucha la miseria de su pueblo e interviene para
librarlo. A esta forma de ser y de actuar está llamada también la Iglesia: la
Iglesia que evangeliza sale al encuentro del hombre, anuncia la palabra liberadora
del Evangelio, sana con la gracia de Dios las heridas del alma y del cuerpo,
socorre a los pobres y necesitados.
Queridos
hermanos y hermanas, este éxodo liberador hacia Cristo y hacia los hermanos
constituye también el camino para la plena comprensión del hombre y para el
crecimiento humano y social en la historia. Escuchar y acoger la llamada del
Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse con la
emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta a toda
nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de Dios
en la tierra. Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación del
corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la
liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús
tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el
Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario,
''esencialmente se configura como comunión misionera''.
Esta
dinámica del éxodo, hacia Dios y hacia el hombre, llena la vida de alegría y de
sentido. Quisiera decírselo especialmente a los más jóvenes que, también por su
edad y por la visión de futuro que se abre ante sus ojos, saben ser disponibles
y generosos. A veces las incógnitas y las preocupaciones por el futuro y las
incertidumbres que afectan a la vida de cada día amenazan con paralizar su
entusiasmo, de frenar sus sueños, hasta el punto de pensar que no vale la pena
comprometerse y que el Dios de la fe cristiana limita su libertad. En cambio,
queridos jóvenes, no tengáis miedo a salir de vosotros mismos y a poneros en
camino. El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella
nuestra vida. Qué hermoso es dejarse sorprender por la llamada de Dios, acoger
su Palabra, encauzar los pasos de vuestra vida tras las huellas de Jesús, en la
adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los otros. Vuestra vida
será más rica y más alegre cada día.