Te has dado tiempo para pensar y agradecer al Dios de la misericordia
que ha estado presente siempre en tu vida?
Tal vez no lo recuerdes, pero desde
el vientre de tu madre él te cuidaba y ha seguido tu vida paso a paso, hasta el
día de hoy.
Si de pronto o desde un proceso de búsqueda tienes la sensación de
que Él te llama a entregarle su vida por el Reino es también una de las señales, que
muestran que Él ha tenido preocupación por ti, aun desde antes de ser
engendrada.
Hoy te invito a ser consciente de que ese Dios que te ha cuidado es
misericordia. Piensa en lo que significa la profundidad de este concepto, el
peso que lleva en sí y hasta donde es capaz de llegar esta virtud.
Después de
un momento piensa la misericordia en Dios, y trata de ver si tu idea de El cambia, cuando tal vez te han presentado a un Dios castigador y lejano.
Entrar a la hondura de tu propia vocación, donde el autor es el Dios de
la misericordia, es dejar que El se te revele como lo que es, y no lo
que a veces has aprendido.
Permítete estar en silencio y soledad y pregúntale a
El mismo qué significa que El sea la misericordia y qué tiene que ver esto con
la inquietud que arde dentro de ti.
Ilumina este momento con Jeremias 1,5 y deja que el tiempo transcurra en
su presencia misericordiosa.